Es un whisky con una considerable y distinguida historia, pero subvalorado en el mercado tanto mexicano como en su casa. Esto para una marca cuyo lema es “Leave an impression” que puede traducirse como “Deja marca” es algo irónico. No es muy bien comprendido por el mercado inglés, pero altamente popular en el mercado asiático y una marca que fácilmente encuentras en los Duty Free.
El nombre de Ballantine’s hace honor a su fundador George Ballantine uno de los gigantes del whisky en la era Victoriana. George Ballantine proviene de una familia de granjeros a las afueras de Edimburgo. Una mañana de 1822, Archibald Ballantine se había vestido con sus mejores galas antes de dejar su granja Broughton-Home e iniciar un recorrido de 25 millas a Edimburgo junto con su hijo de 13 años, George Ballantine, quien traía una bolsa de viaje. Padre e hijo tenían una cita con un abogado para firmar los papeles de aprendiz del joven George para que trabaje, durante los próximos cinco años, con Andrew Hunter, un tendero y comerciante de ultramarinos de Edimburgo.
Ese año en que un abogado, un tendero y un granjero firmaban un contrato sobre el futuro de un jovencito, fue trascendental en muchos sentidos. Marcó el inicio de una carrera que llevaría su nombre por todo el mundo. Edimburgo se vistió de gala para recibir la corpulenta figura del rey Jorge IV, quien realizó una visita ceremonial para hacer las paces con Escocia. Se aprobó un sistema de licencias más justo que acabaría con la destilación ilícita en los años venideros. Dando paso a nuevas destilerías legales cambiando para siempre el escenario económico de Escocia.
Durante los siguientes años George Ballantine aprendió sobre el oficio de tendero, el servicio al cliente, a distinguir productos, cargar sacos de harina, avena, etc. Mientras adquiría conocimiento de lo que era un buen vino y un buen whisky de maestro Andrew Hunter. Al terminar los 5 años del contrato, el joven George de 19 años optó por el emprendimiento. Su maestro, le deseó buena suerte y lo recomendó como un joven que le había servido “fiel, asidua y honestamente” durante su aprendizaje.
George buscó locales dentro del alcance de su humilde presupuesto y abrió su primera tienda en Cowgate de Edimburgo. Un distrito comercial bullicioso y de callejuelas estrechas, carros de heno y posadas repletas de pastores. Es curioso pensar que de un entorno tan improbable surgiera una de las compañías de whisky más grandes del mundo con presencia en más de 160 países.
En tan sólo 4 años, George abrió su segunda tienda cerca de la calle de los comerciantes de velas “Candlemakers Row” donde comenzó con la venta de vinos. 5 años más tarde a la edad de 28 años había reunido suficiente capital para expandirse al prestigioso barrio de South Bridge, a la vuelta de “Pasea de la princesa” o “Princes Street”, muy cerca del corazón de Edimburgo y la nobleza.
Escocia vivía a la sazón un verdadero auge económico de lo que se benefició el negocio de George Ballantine. Seguramente su tienda en la esquina con Princes Street habría estado abastecida desde el suelo hasta el techo con legumbres, avena y salmón ahumado, una amplia selección de comida para el conocedor y estante tras estante de vino y whisky. George había logrado escalar a tal grado que en 1842 se casó con Isabella Mann, la hija de un comerciante de granos de Inverness y se instaló en el distrito más elegante en George Square. Aquí es donde realmente tomó forma el arte de mezclar whisky. George era ante todo un comerciante, sabía adivinar la evolución del mercado, tal es así que en 1853 apoyó a su amigo y compañero comerciante de ultramarinos, Andrew Usher, (a quien se le conoce como el primer mezclador de whisky, descubridor del whisky de mezcla).
La idea de mezclar no era del todo nueva. Los comerciantes de bebidas espirituosas y los propietarios de tabernas en el extremo inferior del mercado habían estado mezclando silenciosamente whiskies baratos durante algún tiempo para aumentar sus ganancias. Sin embargo, George sabía que lo que Andrew Usher se había propuesto lograr era un producto mayor que la suma de sus partes constituyentes.
"Por un lado, la gente había intentado producir una versión más barata de la malta adulterándola", explica Bill Bergius, director de relaciones comerciales de Ballantine's y descendiente directo de la familia del whisky Teacher. 'En ese momento, no había ninguna ley sobre lo que debería ser el whisky escocés. Algunos comerciantes sin escrúpulos incluso diluían el whisky con espíritu neutro español para aumentar sus ganancias.
Por lo que la creación de Usher fue toda una revelación, George abandonó Edimburgo en 1865, y dejó su negocio en manos de su hijo mayor para crear un nuevo comercio en Glasgow con su otro hijo. Rápidamente desarrolló el comercio de licores, logrando una buena clientela en Inglaterra e Irlanda e incluso a exportar whiskies a otros países, cuya mezcla supervisaba él mismo.
Sin dejar de ir aumento, el negocio de George Ballantine quedó tras la Primera Guerra Mundial, sin sucesores que se ocuparán de la empresa. Fueron Barclay y McKinlay, quienes reanudaron las actividades de la empresa. A ellos se sebe el nacimiento de la marca Ballantine’s puesto que anteriormente ni George Ballantine, ni sus sucesores habían utilizado el apellido de la familia como marca, pese a su bien ganada reputación, a menudo vendían las mezclas con el nombre del whisky de origen.
Barclay y McKinlay continuaron el desarrollo de la empresa, poniendo especial acento en el whisky, adquirieron nuevas destilerías y bodegas de almacenaje por toda Escocia. Se consagraron a la exportación, particularmente a EE. UU., donde tuvieron gran existo hasta la prohibición y el crac financiero de 1929. Juzgaron prudente vender la sociedad al grupo Hiram Walker en 1937.
Un año más tarde, los nuevos dueños dotaron a Ballantine’s con una nueva destilería de cereal y otras destilerías de malta. En 1987, Ballantine’s pasó a manos del grupo británico Allied Lyons, que ya poseía grandes marcas (Teacher’s, Long John, etc.). Como último paso de la internacionalización del negocio, Allied Lyons se fusionó en 1994 con el grupo Pedro Domeq. Lo demás es historia reciente Pedro Domeq se fusiona y da vida al actual Pernod Richard.
Entre una astuta campaña de mercadeo y las habilidades de su Maestro Mezclador, Sandy Hyslop, Ballantine’s se ha posicionado entre el gusto de los consumidores actuales. Afortunadamente Sandy Hyslop tiene a su disposición los medios para garantizar una perfecta continuidad en la calidad de su mezcla. Cuenta con más de 14 destilerías de malta, dos destilerías de grano (Dumbarton y Strathclyde) y bodegas de maduración repartidas en distintas partes de Escocia de dónde escoger. La experiencia y el criterio del Maestro Mezclador nos ofrece este excelente whisky que Ian Buxton ha seleccionado como uno de los 101 whiskies que hay que probar antes de morir. (La expresión mencionada por Ian Buxton en concreto trata del Ballantine's 17 años).
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Ballantine's Finest (sin edad)
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